jueves, 12 de noviembre de 2015

A Falta De Virtudes

Como detesto encontrar en los demás mis propios defectos. No puedo soportar ver que otros se comportan, se quejan o se vanaglorian de las mismas cosas inútiles e insignificantes de las que yo hago ostentación.

Es como si considerara que mis defectos son míos en exclusiva y que los demás deberían buscarse los suyos.

No voy a nombrarlos por no dejarme ninguno y porque no me gusta señalar. Los tengo y basta. Con que yo me de cuenta no hace falta que haga ostentación. Sería lo ideal pero al darme la vuelta y ver que otros hacen lo que yo, me rebelo. Pienso que estas insignificancias son mías y que los demás tendrían que buscarse otras.

En mis escasos momentos de lucidez reflexiono que los defectos son hechos inherentes al ser humano. Que es otra prueba  de que compartimos algo más que el aire y el agua y la capacidad de hablar. Pero no me consuela y sigo pensando que el defecto tendría que ser un rasgo exclusivo, como las huellas dactilares.

Aunque es cierto que si los defectos no se vieran en los demás, si solo los tuviera yo, quizás no los distinguiría. Se perderían en el anonimato de los rasgos que no interesan más que a los que los disfrutan o a los que los sufren. Si yo no hablara siempre sin escuchar, no me daría cuenta que los demás lo hacen y entonces no tendría conciencia de hacerlo y no seria un defecto sino una característica y entonces no sé si le daría el valor que le doy, pues no lo vería en nadie más y entonces a lo mejor no sabría reconocerlo.
Porque reconocer un defecto que tu tienes en los demás es ya darle un valor. Como si formásemos parte de algo más grande por tener un nexo común ni que sea un defecto. Pero a al vez molesta la uniformidad, la poca capacidad para tener algo propio.
Mis defectos con el tiempo me han tomado cariño. Lo noto y se han hecho mayores, más maduros. Quizás no debería sentir que mis defectos son algo de lo que sentirme orgullosa, pero es que a falta de virtudes…