lunes, 25 de julio de 2016

¿Ya no?

Por qué preguntarme por qué

si no quiero la respuesta.
Es como un humo que sube
y cuestiona
y duda
y vacila
si salir o no salir
por temer qué encontrará
por miedo a no encontrar nada.



Pienso si vale la pena,

pensar si vale la pena.
Sentir la mente que oscila
y continúa el cuestionario
qué quiero y qué no quiero
por qué soy, por qué no soy.
Y que tras mil preguntas no hechas
quedan mil preguntas más.

¿Y si después de todo

no era tan importante?
¿Y si es sólo un arrebato
el querer yo saber por qué
quiero no saber qué quiero?

domingo, 24 de julio de 2016

De Papel y Mentiras

“En las relaciones donde las personas se sienten frustradas, casi siempre están pasando cosas positivas y la gente está tratando de hacer lo correcto”, afirma el psicólogo Ty Tashiro. “Muchas veces, una pareja está tratando de hacer lo correcto, incluso si se ejecuta mal. Así que es importante apreciar ese tipo de intención y empezar a construir de forma distinta y consensuada. Porque el amor de verdad no es algo tan común como nos han hecho creer y requiere de mucho esfuerzo y compromiso; la pena es que vivimos en un mundo en el que se sobreestiman las fechas de caducidad y en el que el amor no debe doler“.

La jaula se cansó de esperar. En el abrevadero hace mucho que el agua se secó y el alpiste dejó libre su cáscara para convertirse en polvo y volar. Sus barrotes, medio doblados por el peso de la culpa, no son más que líneas débiles que apenas si soportan el paso del aire.

Durante un tiempo tuvo la puerta abierta como una boca, para gritarle que volviera, que todo sería distinto, que nunca más… Pero el ruego se veía apagado por un aleteo lejano, que se burlaba de la súplica. 




Y dejó de soñar con el feliz regreso y que todo seguiría como antes.


El tiempo misericordioso le trajo un nuevo inquilino para llenar su vacío. Una pajarita de papel se posó vacilante en la barra superior y miró curiosa con sus ojos de lápiz. Tras agitar su rigidez, se dibujó una sonrisa. La jaula enderezó sus barrotes con satisfacción, sintió como si un aire nuevo la levantara, distinto y callado.


La jaula ha aprendido a dejar la puerta abierta y mantener los sueños cerrados. Cada mañana estrena un nuevo silencio y se dedica a cuidar resignada la inmóvil pajarita de papel. 





jueves, 21 de julio de 2016

Reencuentro

Hoy es un día especial, hoy me he atisbado de nuevo, por el rabillo del ojo, en una mirada furtiva, nunca me fui, es genial reencontrarse, me necesitaba más que nunca.


Vuelvo a hacer cosas, teman ustedes mucho, os ofrezco lo que mis medios me permiten, mucha mediocridad y mucha ilusión. Sin más.


Walking up the hill tonight
when you have closed your eyes.
I wish I didn't have to make
All those mistakes and be wise.
Please try to be patient
And know that 
I'm still learning.
I'm sorry that you have to see
the strength inside me burning.
But where are you my angel now?

Don't you see me crying?
And I know that you can't do it all
But you can't say I'm not trying.
I'm on my knees in front of him
But he doesn't seem to see me.
With all his troubles on his mind
He's looking right through me.
And I'm letting myself down
By satisfying you
And I wish that you could see
That I have my troubles too.
Looking at you sleeping

I'm with the man I know.
I'm sitting here weeping
while the hours pass so slow.
And I know that in the morning

I'll have to let you go
and you'll be just a man
once I used to know.
But for these past few days
Someone I don't recognize.
This isn't all my fault.
When will you realize?
Looking at you leaving,

I'm looking for a sign.

martes, 12 de julio de 2016

Dislate

Tras zamparme media caja de bombones traté de  acallar mi conciencia con promesas de acelgas y otros suplicios, pero no me creyó. Implacable me obligó a quemar semejante pecado. Para que me dejara tranquila cogí la mochila y me fui a caminar por un sendero muy transitado que circula entre árboles y campos de maíz.
Después de andar una hora estaba agotada, el campo tiene este efecto en mí, si ando me canso. Menos mal que cuando más lo necesitaba encontré un banco vacío. Era un poco tosco, apenas unas tablas, adosado a la pared de una casona.
A punto de sentarme, tuve una especie de revelación: ¡cómo era posible que estuviera vacío! No había encontrado otro banco en todo el trayecto, alguien debería estar ahí descansando. Allí había algo raro.
Para mi alivio, un caminante se acercaba con andar pausado. Cuando llegó a mi altura, me saludó educadamente pero no se sentó, siguió andando.
Corrí para alcanzarle y le pregunté:
-¿Oiga, por qué no se ha sentado?

– Es que no estoy cansado- contestó como extrañado de que le hubiera hecho semejante pregunta. Y siguió caminando para enfatizar su respuesta
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-¡Mentira!- Le grité agarrándole del brazo- Con lo rojo que está y lo mal que respira, debe estar agotado.
Quise arrastrarle al banco pero, tras un forcejeo, se liberó y se largó corriendo lanzándome una sarta de insultos que no creí merecer de ninguna manera. Yo sólo quería que se sentara.
Toda la tarde hubo un desfile de viajeros, pero ninguno se sentó. Yo permanecí al lado del banco como si estuviera velando la tumba del soldado desconocido.
Cuando el sol se iba escondiendo por el horizonte, cansada de estar de pie decidí marcharme dejando el banco vacío.
Mientras recogía mis cosas, el viajero que había increpado para que se sentara se acercaba otra vez dando tumbos. Se le veía cansado y con el semblante descompuesto. Apenas si podía llegar al banco. Cuando lo sintió tras de si, se dejó caer sobre su trasero y se apoyó en la pared. Con alivio me acerqué. Esta vez si que estaba cansado, esperaba que no me dijera lo contrario.
A punto de sentarme, el hombre cayó como un saco en el suelo. No tuve que tocarle para comprobar que había muerto.
-Lo sabía- exclamé- Este banco está maldito. Un banco vacío no es de fiar
Y dejando al hombre estirado sobre el banco, recé una plegaria por su alma y me largué a toda prisa.
Y desde entonces nunca me siento en algo que esté vacío ni siquiera en una silla.

sábado, 9 de julio de 2016

Cabeza, corazón y tripa

Si tú quisieras te regalaría mis buenos días sin importarme quien de los dos fue el último en darlos. Si tú quisieras te desayunaría a besos y sonrisas, con la única condición de que el segundo turno sea para mí.
Si tú quisieras me cogería de tu mano y te arrastraría a todos los sitios a los que siempre he querido llevarte, lugares mágicos, más mágicos aún si puedo disfrutar de tu compañía.
Si tú quisieras te ofrecería mis mejores días, esos en los que todo son risas y carcajadas, siempre y cuando te quedes a mi lado en los grises y me abraces como nadie más sabe hacerlo.
Si tú quisieras te prepararía el café como te gusta: solo y con dos cucharadas de azúcar listo para tomar, pero te tocaría a ti preparar las tostadas.
Si tú quisieras podría convertirme en tu mejor confidente, tu mejor baúl para que guardes todos tus secretos y una experta en espantar todos aquellos fantasmas que te impiden avanzar.
Si tú quisieras te mimaría en las mañanas de ibupofreno que le siguen a las noches de desenfreno con tus amigos, siempre que me mimes y me prepares un poco de té en las mías.
Si tú quisieras sería la mujer que siempre has visto en mí, con las pinceladas de niña caprichosa que ya conoces, y mis peleas internas por estar siempre a la altura de las circunstancias.
Si tú quisieras te dejaría conocer la parte más frágil de mí, esa que no le he presentado nunca a nadie.

Si tú quisieras dejaría que me refugiaras en tus brazos cuando sienta que no puedo con todo y te dejaría acompañarme mientras me sumerjo en todos esos pensamientos locos que me hacen parecer alguien fuera de lo común.
Si tú quisieras podríamos superar juntos los obstáculos que nos encontremos por el camino, porque estoy convencida que mis días serían más llevaderos a tu lado, y los tuyos al mío. Porque si tú quisieras la distancia que nos separa sería insignificante si la recompensa somos nosotros, ya lo hemos comprobado.
Porque si tú quisieras arriesgarte comenzaríamos a vivir nuestra historia, la de verdad, en la que solo somos nosotros. La historia en la que me miras y a mí me tiemblan las piernas, esa en la que te cojo la mano y tú te olvidas de todo. La historia de la unión de tus piezas y las mías. Claro que habría dificultades pero tú me mereces la pena y mucho más la alegría, porque si tú quisieras yo estaría aquí contando los días para verte, esperando que llegue la noche para escuchar tu voz.
Si tú quisieras yo no tendría que seguir con mi vida como si tú no hubieses pasado por ella, fingiendo que no me acuerdo de ti y fingiendo que no me muero de ganas de llamarte para decirte que lo intentes, que nos merecemos esa oportunidad.
Si tú quisieras yo no andaría intentando olvidarte y no evitaría hablar de ti (por lo que pueda pasar).
Si tú quisieras saltar yo saltaría contigo todos los días de mi vida, porque si tú quisieras te querría de la mejor forma que sé e inventaría una nueva todos los días si fuese necesario.
Porque si tú quisieras yo también querría.

lunes, 4 de julio de 2016

Traspiés

Nunca supe caminar recto, seguir la línea imaginaria que sale de dentro de cerebro y llega hasta los pies y los conduce rectamente. Pero la rectitud de mi empeño se tuerce tan rápidamente a la que me viene a la cabeza que tengo que andar recto. 




¿Qué problema hay en andar torcido? nadie consigue que durante todo el camino sus pies cubran la distancia más corta en menos tiempo, ¿acaso van a ganar algún premio? Esto me lo dicen lo brazos que se mueven a lo loco, ellos que pretenden ser algo más que brazos, ser alas, esto es lo que desearían, ser alas para despegar el vuelo. Y los pies aferrados al suelo tratando de ir en línea recta no les ayudan. A lo mejor si los pies se movieran a lo loco y los brazos fueran en línea recta la cosa cambiaría. Una rectitud poco ortodoxa, no se si serviría, que los puristas del andar recto son muy quisquillosos.

domingo, 3 de julio de 2016

Amarillo Pato

El patito de plástico mira el mundo desde la repisa del cuarto de baño. Es amarillo, del color que pintaría un niño si le pidieran que pintara un patito de plástico. Tiene los ojos negros, rodeados de unas pestañas largas que van mas allá de los confines de los ojos, pestañas de niña adolescente que se maquilla por primera vez. No tiene pico sino unos labios rojos, de un rojo cuarentón sin nada que perder. Alguien se empeñó en darle un aire siniestro y tiene clavado, dentro del ojo izquierdo, un alfiler. Se sospecha del padre en un arranque de celos, pero queda por confirmar y el patito ni afirma ni desmiente. Este contraste de colores parece querer contentar a todos los miembros de la familia o a que nadie piense que queda excluido del amable propósito del patito de plástico.

Si le preguntaran, el patito confesaría que detesta el color amarillo, no puede con él. El rojo aún, el negro le es indiferente, pero el amarillo no. El quiere ser de color plástico, como el niño es de color carne o el jabón de coco de color blanco. Si pudiera, se lavaría a fondo hasta quitarse la forzada luz de un color que debe toda su potencia a que alguien pintó con él el sol. Si el sol fuera verde menta, seguro que el amarillo hubiera desaparecido del mapa de los colores. Pero el patito sabe que tiene que apechugar con el amarillo como el semáforo con el naranja. Y lo peor es que aunque pudiera, no se ve capaz de quitarse el color, porque más que el amarillo detesta el agua jabonosa que se le mete por el agujero y le llena la barriga de gases, casi parece que tiene intestinos, pulmones y dios nos libre, un latente corazón. Por nada del mundo querría tener en su interior algo más que el vacío perezoso, la nada llena de aire que se expande y se contrae como el universo.


Si pudiera, el patito se arrancaría la piel amarilla y sellaría el agujero inferior pero desde la repisa del cuarto de baño sólo tiene ánimos para mirar el mundo y rezar para que hoy el ayuntamiento haya vuelto a cortar el agua.