lunes, 18 de enero de 2016

Mitomanía

No sé por dónde empezar, aunque quizás sea porque no tiene por donde cogerse. Hablo del mundo, ese lugar que la raza humana se empeña en destruir una vez más.
Sintetizando que es gerundio: La credibilidad de los políticos a la hora de defender la gran mentira, la falsa desinformación sobre la guerra, el chantaje mediático; pero no, tampoco es ese el enfoque adecuado que busco; quiero dar a entender cómo el consumo trastorna a las personas, las campañas de obsoletismo empresarial, la corrupción, del desencuentro al despropósito.
Hoy por hoy naufragamos en empresas incoherentes, con objetivos inciertos, con nula ambición por la evolución de la calidad humana.
No vamos por la vida como somos. Sufrimos la enfermedad de la imagen, nos rompemos los cuernos en aparentar. Nos hemos convertido en la farsa al uso, permisible y piadosa hasta los límites.
Hablo con viejos amigos que no recuerdan quiénes eran de jóvenes, qué querían, qué ideas defendían. No lo recuerdan porque amoldan la memoria a sus intereses actuales. Mienten con descaro, y hay que mostrarse misericordioso con los que mienten, pues ignoran hasta donde pueden llegar con sus mentiras. Daños y perjuicios colaterales.


Es fácil echarle la culpa al poder, pero y nosotros,… ¿En qué nos estamos convirtiendo? ¿En que nos estamos dejando convertir?
Bipolaridad, no nos interesa mostrar nuestras debilidades, la sensibilidad, la solidaridad, el compañerismo. Nos pone más mostrarnos en números y propiedades, en marcas y nóminas. Porque sufrimos dos personalidades distintas; la verdadera y la que intentamos vender.
Mentimos como bellacos para dar una imagen de carismáticos, inteligentes, cultos, experimentados, y sobre todo nos las damos de solidarios y filántropos; para ello necesitamos del consumo, pues somos el resultado final del producto.
Otro amigo me dijo, ¿recuerdas aquellos tiempos cuando hicimos esto y lo otro? Atónita descubro que su memoria no es leal a la verdad, aunque no es exactamente así, pues es leal a su dueño, quien la esculpe a su antojo para contar lo fantástico que fue aquello, lo bueno que fue él, las cosas que hizo. Lo cuenta con una convicción que me produce pavor. Sobrepasa la mentira y construye un pasado ideal, para envidia del más puesto.
¿Cómo alcanzar un consenso con alguien que se inventa unas mentiras en las que luego creer? Castillos en el aire donde vivir ¿Cómo confiar en quien miente para ganarse la confianza?
Este pandemónium (Baile de Brujas), no sólo afecta a los políticos o banqueros que la utilizan para sacar tajada. Hoy afecta a los ciudadanos, a los vecinos, a los amigos, a los familiares. Con ánimo de impresionar, yo hago, yo tengo, yo soy, no te preocupes, yo te haré, yo hablaré por ti, yo te ayudaré. Falso, en cuanto se dispersan los efectos de la vanidad junto con el subidón del momento, cuando deje de ser escuchado con atención, sus palabras quedarán en aguas de borraja. A pesar de que nadie les pida nada, ellos no logran contenerse a la hora de vender humo. Aún a sabiendas que terminarán por ser descubiertos. Da igual, vendrán otros. Son el grueso de la sociedad. Timadores y timados. No los necesitamos; da igual, vendrán más. Nadie les necesita, pero como las brujas, haberlos hay que haberlos, y hailos.
Por desgracia es un producto generacional, siempre hay algún pardillo con problemas, no importa de qué tipo: lo solucionaremos, prometerán entre sonrisas burlonas.